El caso del Ecce Homo aragonés se queda en nada al lado de la polémica que ha causado la restauración de un tramo de la icónica y kilométrica Gran Muralla china. Símbolo de orgullo nacional en China y patrimonio protegido por la UNESCO, la antigua fortificación está en boca de todos esta semana. “Sacrilegio”, “chapuza” o “la peor restauración del mundo” son algunos de los calificativos con los que se han referido centenares de personas a los trabajos de rehabilitación llevados a cabo en un tramo, pavimentado con cemento, de la longeva edificación.
Aunque la rehabilitación se llevó a cabo hace un par de años, y ante el peligro de desmoronamiento que se acusaba sobre la zona, no ha sido hasta hace un par de días que se ha puesto el grito en el cielo; numerosas fotografías de la restauración han sido publicadas en Weibo, una red social china, acompañadas de duras críticas. Tal ha sido la indignación popular que incluso las autoridades chinas han decidido abrir una investigación para depurar responsabilidades y determinar los posibles daños causados en el mayor icono histórico y arquitectónico del país.
El choque estético es innegable y poco rastro queda de la belleza desigual de la reliquia cultural, sobre la que se ha vertido una mezcla de materiales de arena, cal y cemento.