“Amatrice ya no está aquí, más de la mitad de la ciudad está destruida y es irrecuperable”. Con estas desoladoras palabras el alcalde de Amatrice, en el sur de Italia, informaba de las devastadoras consecuencias derivadas de los terremotos acaecidos en el municipio a finales del mes de agosto. El desastre se saldaba con la muerte de cerca de 300 personas -cifra que iguala el balance del terremoto de L’Aquila, también en Italia, años antes-, con cientos de heridos y con importantes y gravísimos daños materiales, pues a la pérdida de vidas humanas debe sumarse la destrucción generalizada del patrimonio cultural.
Si bien el episodio de Amatrice es uno de los más sonados, recientemente, no es el único que se registra en los últimos tiempos; recientemente, en el Sur de Europa se han registrado terremotos de moderada magnitud que, sin embargo, han provocado más daños de los previsibles. No hay que ir demasiado atrás para recordar uno que nos atañe especialmente, el ocurrido en Lorca (Murcia) en mayo de 2011.
Precisamente sobre los terremotos y sus efectos habla el Editorial publicado en el último número de la revista técnica ‘Quaderns d’Estructures’, escrita por el Secretari de la ACE, Josep Baquer Sistach: “Lo primero que pone en evidencia un terremoto son los defectos de construcción. Se deben seguir los criterios de la buena práctica constructiva y cumplir rigurosamente toda la normativa. Es necesario, por lo tanto, controlar la calidad de los materiales, así como todo el proceso constructivo”.
Sistach reflexiona al respecto de los retos que deben asumirse, desde el ámbito de la construcción, para evitar que terremotos de una magnitud relativamente moderada acaben ocasionando más daños de los previsibles. “En una sociedad desarrollada como la nuestra, no nos podemos permitir consecuencias tan graves. Seguramente, en sitios como Japón o Estados Unidos, este tipo de terremotos no habrían producido semejantes daños, pues tienen una normativa sísmica no muy diferente a la nuestra pero que aplican de forma rigurosa”.
El Secretari de la Associació también plantea, a modo de conclusión, una serie de ítems que deberían perseguirse para dar un respuesta adecuada a fenómenos naturales de este tipo; éste es sólo uno de ellos: “Que se hicieran unas guías de diseño enfocadas no sólo a la estructura, sino también a la concepción general de los edificios y a los detalles constructivos de conexión de los elementos no estructurales con la estructura”.
Os recomendamos encarecidamente la lectura de esta reflexión y análisis, la cual encontraréis en las primeras páginas de la revista número 56 de Quaderns d’Estructures. ¿Aún no te has suscrito? Hazlo aquí. Recuerda que si eres socio de la ACE podrás consultarla a través de este enlace.